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Mi Barlavento

Harald Renner

En mi corazón guardo una imagen en blanco y negro del Algarve. A menudo la sumerjo en colores, coloridos o apagados, según el caso. Adorno la imagen con historias cambiantes.

También llama Barlavento al Algarve rocoso con sus pintorescas bahías. "De cara al viento" podría traducirse. Me gusta la palabra y la actitud que la acompaña. En "expresa Barlavento", la melancolía y el vagabundeo. "Fado" es el nombre de la música melancólica de este país, que refleja esos estados de ánimo.

El océano Atlántico ocupa la mitad delantera de mi foto. El oleaje llega a la playa. Las olas del mar, de un azul intenso, son suaves y tranquilas. Hoy no hay viento que agite las olas.

Una playa de arena fina de veinte metros de ancho se extiende hacia el interior. Muchas personas hambrientas de sol se entregan al placer del baño sin preocupaciones. Huelo a verano, quiero hacer las maletas. En lo alto del cielo azul profundo del mediodía, el sol envía su gloriosa luz. Las sombras son cortas. Cerca de los barcos de pesca verde-amarillo y rojo-oro de la playa. Se reconocen por la alta proa, incluso desde lejos.

Las rocas de color miel caracterizan al Barlavento. Cada metro cuadrado de esta bahía rocosa está cubierto de edificios. Sólo el afloramiento rocoso revestido de hiedra de la parte izquierda de la foto deja entrever el subsuelo. La roca, de unos cincuenta metros de altura, da forma y soporte al asentamiento. A veces los visitantes comparan estas pequeñas bahías con anfiteatros. Los edificios planos y alargados se extienden unos sobre otros en los espacios más reducidos. Todas las ventanas miran al mar.

Las casas, sin adornos y encaladas, son funcionales y austeras. Todo se subordina a la limitación del escaso terreno edificable. Una mampostería fortificada de toscos bloques de piedra marrón oscuro domina el centro del cuadro. Las oscuras cuevas de las ventanas rompen el muro de la fortaleza. Alrededor de las murallas, las hileras de casas crecen por la pendiente. A la izquierda de la roca se abre la bahía. Hay espacio para modernos edificios de varias plantas con apartamentos de vacaciones.

El juego de las mareas siempre ha dejado al descubierto el Algarve. Los pueblos foráneos mantuvieron la tierra ocupada. Fenicios, cartagineses, celtas, romanos, visigodos y muchos otros se arrebataron el poder. La muralla de la fortaleza anuncia este agitado pasado. La gente sigue buscando refugio y seguridad en las casas blancas cuando el mar arrecia. Ahora los turistas ocupan el país, y sólo durante unos meses al año. Barlavento está en mi corazón. Sueño con los vientos del sur.

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